martes, 18 de mayo de 2010

Entrevista a Kichiro Ogaki

Publicada ahora en el último número (36, 2009) de la revista México y la Cuenca del Pacifico, del Departamento de Estudios del Pacífico de la Universidad de Guadalajara, la entrevista a Kishiro Ogaki formó parte de un ambicioso e inconcluso proyecto: reunir las memorias de los especialistas hispanoamericanos en estudios de Japón y de los especialistas japoneses en estudios de Hispanoamérica. Me movía a ello tanto el interés académico —trabajaba a la sazón en mi tesis de doctorado en la Universidad de Tokio— como el interés periodístico por un tema que, todavía hoy, carece de crónica. Fue realizada en la ciudad de Kyoto, hacia 1999, y tal vez Ogaki recuerde la fecha, el lugar exacto. He suprimido las preguntas, innecesarias para mí, en un relato tan fluido y tan revelador de la simpatía y el humor de Ogaki. No obstante, para mis propósitos aún la sigo considerando el borrador de otra entrevista mayor.

Kishiro Ogaki es Doctor en Historia por la Universidad de Navarra y por El Colegio de México. Figura como especialista principal en muchos de los capítulos sobre Hispanoamérica que han aparecido en diversas enciclopedias, y está entre los responsables de la edición de uno de los diccionarios español-japonés más consultados. Tiene, además, una Historia de la Constitución española de 1845, un ensayo sobre El Ayuntamiento de la Ciudad de México durante la guerra de independencia, y una Historia de México y Japón del siglo XVI al XIX. Y traducciones que representan un hito para el conocimiento de México y Latinoamérica en Japón: la Relación y noticia del reino de Japón, de Don Rodrigo de Vivero; el Viaje de la comisión astronómica mexicana al Japón, de Francisco Díaz de Covarrubias y Siglo de Caudillos, de Enrique Krauze. En la época de la entrevista fungía como Director General de Relaciones Internacionales de la Universidad de Estudios Extranjeros de Kioto, donde actualmente continúa como profesor. Antes había sido Coordinador del Centro de Estudios Mexicanos y Jefe del Departamento de Estudios Hispánicos de la misma universidad. Ha sido condecorado con las órdenes Águila Azteca e Isabel la Católica.


Entrevista a Kishiro Ogaki

Ante todo, tengo que decirte que yo le di la vuelta al mundo. Yo era un muchacho muy inquieto y siempre me gustó mucho viajar. Desde que estaba en el bachillerato. Así que cada vez que tenía tiempo libre lo aprovechaba para ir aquí o allá, es decir, me la pasaba viajando, yendo por todo Japón, desde Hokkaido hasta Kagoshima. Por eso, cuando más o menos terminé de recorrer desde el extremo norte hasta el extremo sur del archipiélago, me dije: “ahora quiero conocer otros países”. Entonces se me ocurrió dar la vuelta al mundo. Y compré un boleto para un barco francés que salía del puerto de Kobe y llegaba hasta Marsella, pero que también tocaba muchas otras ciudades: Yokohama, Hong Kong, Saigón, Singapur, Colombo, Bombay, Djibuti, Portside: 30 días en barco. De Marsella di una vuelta por Europa, y luego me fui en tren a España, donde estuve casi un mes y, finalmente, a Lisboa, desde donde tomé un avión hacia Nueva York. Después pasé por Canadá, Los Ángeles, México y otra vez Canadá. Y de allí, desde Vancouver, regresé por una ruta que llegaba a Tokio a través de Honolulu. En resumen, 32 países en 112 días. Es decir, casi la vuelta al mundo en ochenta días. Con 21 años.

Eso fue en 1965. En aquel momento el dólar estaba a 360 yenes. Y sólo se nos permitía sacar 500 dólares. Quinientos dólares, es decir, nada. Pero por mi cuenta yo conseguí cerca de 2,000 ó 2,500 dólares. Como yo era estudiante, no tenía dinero pero sí tiempo de sobra. Entonces me puse a enviar tarjetas postales a mis amigos. A cada uno de los amigos que habían estado conmigo desde el kindergarten hasta la universidad. En las tarjetas les explicaba lo que intentaba hacer, y les pedía que, de ser posible, colaboraran para mi empresa. Entonces todos me empezaron a mandar cheques o efectivo. Así que en cuestión de un mes pude reunir los yenes necesarios para comprar el pasaje. Lo curioso es que para agradecerles no pude hacer otra cosa que volver a enviarles una postal, que costaba cinco yenes en aquel entonces. A esa colecta se sumó una cantidad con la que me ayudaron mis padres. Pero aun así, para la magnitud del viaje que intentaba hacer todo ese dinero resultaba insuficiente. Como tú sabes, lo que más te cuesta es el gasto de alojamiento, quedarse en un hotel es lo más costoso. Por eso, ya una vez que estaba viajando empecé a hacerme de amigos en cada parte del mundo, hombres y mujeres. En España, Portugal, India, Estados Unidos, México. Por ejemplo, el amigo de México era un caso muy particular. Era un señor millonario que tenía una compañía farmacéutica y que vivía en Lomas de Chapultepec; íntimo amigo del presidente del hotel New Otani, de Tokio. Su casa era impresionante: sirvientas, alberca, dos y tres coches; en fin, una residencia de gente de dinero. Y eso para un japonés, especialmente para un estudiante japonés de la década de los sesenta, que es cuando Japón comenzaba a acelerar su desarrollo económico, era algo sensacional. Un día le dije a ese amigo que me gustaría conocer un poco más el país, y él me contestó: “Muy bien. Mañana nos vamos a Guadalajara”. Y yo pensé que iríamos en autobús, pero nos fuimos en Mexicana. Recuerdo, incluso, que en aquel momento Mexicana usaba un avión británico, Comet, que luego lo descontinuaron porque tenía problemas en el motor. Y bueno,todo eso era más que maravilloso para mí, era como un sueño.

Continuar aquí:
http://www.publicaciones.cucsh.udg.mx/pperiod/pacifico/revista36/6emiliogarcia.pdf

3 comentarios:

  1. Estimado Emilio:

    Hace tiempo quiero contactar contigo para pedirte informacion sobre el "tokonoma que, como sabes, Lezama Lima evoca en el ultimo poema que escribiera.
    Me llamo Armando VALDES-ZAMORA. Desde Cuba admiro tu poesia que siempre me acompaNo en La Habana, desde tu primer pormario, aquel premio 13 de marzo. Soy un escritor y profesor universitario cubano exilado en Paris.
    Tengo un blog: "La balsa de la musa".
    Puedes escribirme si quieres a: arvelitera@yahoo.fr

    Hasta pronto

    ResponderEliminar
  2. Vaya Emilio, me encanta esta entrada.
    Me bajé la entrevista, es estupenda, si tienes más…
    En la entrevista no dice nada Ogaki, pero en los años sesenta en España un japonés por aquí, seguro que era muy exótico, encima estudiando Derecho.
    Eso de hacer una Historia de la Constitución española de 1845, bueno eso ya es el remate de este hombre, me pregunto por qué eligió esa Constitución.

    Muchas gracias por compartirla, es una joya.
    Saludos
    Bara

    (P.D., ¿Qué habrá sido de Pepita?, mira que dejarla por ser católico, desde luego, hay hombres...)

    ResponderEliminar
  3. Muchísimas gracias, Armando por tu comentario y por lo que dices de mi poesía. El tokonoma es una suerte de hornacina generalmente en el interior de una casa de te (sukiya o casa del vacio como tambien se le llama) donde se cualgan "kakemono" (rollos de papel verticales con caligrafia o dibujos) o "ikebana" (arreglos florales), y es uno de los elementos de ambientacion de referencia dentro del ceremonial del te. Pero esta es definicion más general, ya que hay otros detalles relacionados con su desarrollo, etc. Si mal no recuerdo el poema de Lezama se llama "El pabellon del vacio" y juega con esa idea. Deja ver si lo releo y a lo mejor te puedo dar una respuesta mas precisa ya con respecto a su uso en el poema.

    Gracias Bara, que bueno que te gustó. Lamentablemente sólo hice otra entrevista, a un traductor español de literatura japonesa, por cierto, pero no recuerdo donde la tengo y creo que no está digitalizada. Pero no es como este Ogaki. Seguro que sí, que en esa época debió ser rarisimo este japonés, porque además Ogaki es altísimo, si no tiene seis pies de estatura, anda cerca. Hay muchas cosas que no le pregunté, o que me contesto a medias y ya no las incluí,pues estruvimos hablando un buen tiempo. Estaria bueno averiguar que habra sido de Pepita.

    ResponderEliminar