Mientras escribía el post del lunes 18 recordé alguna de mis experiencias japonesas con ratas y cuervos
En una esquina de la calle principal del barrio de Shimokitazawa, en Tokio, hay un bar donde los extranjeros son visita frecuente. La única vez que estuve allí, los clientes, al llamado de algún otro, corrían a observar algo en la acera. Salí también y pregunté qué pasaba. “Es que hay una rata- me dijo uno- y le ponen comida a ver si se asoma”. La llegué a ver, era una rata enorme, que aparecía de algún pasadizo entre los edificios. “Parece –añadió con sorna- que no hay suficiente diversión en Tokio”.
Una de las cosas más extrañas que he visto la vi en uno de los parques de la Universidad de Tokio: un cuervo enjaulado. Lo llevaba una anciana que, dada la naturaleza de su mascota, no parecía estar muy en sus cabales. Había puesto la jaula sobre un banco mientras disfrutaba de la tarde, o almorzaba. Tokio es una ciudad de cuervos y el parque, por supuesto, estaba lleno de ellos. Algunos curioseaban alrededor de la jaula y la anciana los dejaba hacer. Me pareció un doble castigo para el cuervo enjaulado y me vino a la cabeza que, en el momento menos pensado, podría verificarse el consabido refrán.
En el campus de la Universidad de Tokio también hay gatos. Alguien le había puesto comida a uno de ellos y un cuervo, de mayor tamaño, trataba de quitársela. No llegaba a ser propiamente una pelea: el cuervo se acercaba y el gato, que curiosamente parecía no inmutarse, lanzaba un zarpazo y volvía a la comida. Cuando se aproximaba demasiado, el gato se abalanzaba un poco más. Vi repetirse los movimientos durante varios minutos, dispuesto a espantar al cuervo si el asunto pasaba a mayores. Pero así estuvieron hasta que me fui.
Los cuervos graznaban de una manera que yo asociaba a cierta cadencia cubana para enfatizar un “ah” de disgusto o de provocación. Yo me solazaba, tontamente, en responderles: “ah de qué” y a veces levantaba y agitaba los brazos “para que no se confundieran”. Hasta que me contaron de una madre que cargaba a su bebé a la espalda y un cuervo, de un picotazo, lo mató. Nunca llegué a confirmar la historia, pero desde entonces, sencillamente los oí graznar.
Dicen que los cuervos son inteligentes. No sé si es el adjetivo apropiado. En inglés se les llama de dos formas, raven y crow (aunque esta última, creo, es para la especie). Raven es el de Poe, el que parece que habla, y entra en las casas para posarse en los bustos. Crow, diría yo, el que no habla, pero jode igual. En Tokio, los cuervos tienen por costumbre romper las bolsas de basura. Me contaron que cuando se dio en echar los desperdicios en bolsas de plástico negro, no se acercaban intuyendo que eran otros cuervos. Luego, que el brillo de un CD los alejaba. Al menos, cuando vivía allí, la basura siempre amanecía desperdigada sobre la acera. Una amiga me contó que mientras sembraba unos brotes en una jardinera, un cuervo vino a posarse en la terraza. Mi amiga lo echó, siseándole y agitando los brazos. Más tarde, desde dentro de la casa, alcanzaría a ver la jardinera vacía, y al cuervo desprendiendo con el pico el último brote y colocándolo, alineado junto a los otros, sobre el muro de la terraza.
JEJEJE, QUE SINIESTRO
ResponderEliminarperdón por las mayúsculas
ResponderEliminarSí, los cuervos siempre fueron un problema en la ciudad. Y ha habido, si no me equivoco, iniciativas de infertilización, u otras, con el fin de reducir su número. En realidad, las últimas veces que he ido no he reparado en ellos. No sé si se deba a alguna de estas inciativas o a que, sencillamente, no he frecuentado los lugares de antes.
ResponderEliminarHola Emilio,
ResponderEliminarPrefiero criar cuervos aunque me saquen los ojos a dar de comer a una rata.
Ya veo que a ti no te dan asco (acabo de levantar los pies) que vuelves a ellas.
¿Sabes que en la India hay un templo donde adoran a las ratas?, les dan de comer y les llevan cuencos enormes de leche, los colocan en el suelo y allá se van ratas y más ratas a beber.
Y sobre los cuervos, en España se consideran como pájaros de mal agüero, a mi particularmente me gustan.
Saludos,
Bara
Hola Bara:
ResponderEliminarMira, no es precisamente que las ratas no me den asco o, más bien, miedo, pero eso fue lo que vi (De hecho, lo iba a incluir en el post del otro dia, pero preferí hacerlo aparte). No sabía de ese templo en la India, aunque sí de uno donde la dan de comer a los monos.
En cuanto a los cuervos, sería interesante saber si en Japón también habrá alguna superstición con ellos como el considerarlos aves de mal o de buen aguero. En general siempre que oi mencionarlos fue por los problemas que causan tanto con la basura, como al enredarse en los cables de electricidad o al chocar con los transformadores, o, incluso, porque cortan la fibra óptica; además de asustar a las personas volándoles cerca en picada y, eventualmente, atacarlas.
Acabo de revisar algunas noticias, pero, de momento, no he hallado ninguna reciente; las de hace un par de años hablan de un "regreso" de los cuervos, que desde la década de ochenta, de 7000 que había, su número aumentó aproximadamente a 150 000, y que el gobernador de Tokio había lanzado una campaña para reducir su número. No es que sea literalmente como Los Pájaros, de Hitchcock, al parecer no ha llegado a tanto, pero esa podría ser una buena metáfora del asunto.
He encontrado, por cierto, esta curiosa foto, donde las bolsas estan colgando, al parecer para confudir a los cuervos de una manera más "realista", haciéndole pensar que son sus congéneres (http://www.dannychoo.com/post/en/8420/Tokyo+Crows.html). De cualquier modo, los cuervos parecen acostumbrarse rápido a los cambios. Aunque no he averiguado mucho, el tema me interesa particularmente por lo que concierne a la imagen urbana.
Hola Emilio,
ResponderEliminarVaya, no había caído en lo de la “imagen urbana”, ahora me explico las dos entradas, lo siento.
Retomemos la cuestión, creo que son soluciones universales, eso de poner CDs y bolsas, pero blancas, atados a una cuerda, también se ven por aquí, en las huertas, para espantar a los pájaros en general. Un espantapájaros moderno, vamos.
En las ciudades utilizan el mismo sistema cuando tienen problemas con las palomas, colocan los CDs en las ventanas, por lo visto, el movimiento y el brillo las espanta.
Sobre la eficacia del sistema, no creo que haya ningún estudio al respecto. Problemas con los cuervos no los recuerdo, pero sí con estorninos, realmente pueden ser muy molestos.
Hasta otra,
Bara
Oye, me has hecho acordarme de una vez en Kioto (allá ariba en Katsura-zaka)que estaba en la parada del autobus entretenido viendo cómo en la acera de enfrente había un cuervo en el borde de un cesto de basura tratando de agarrar algo que estaba en el fondo. Como el cesto estaba forrado por dentro con una bolsa negra, el cuervo iba subiendo el borde de esta con el pico y lo agarraba con una de las patas, así hasta subir otras bolsas pequeñas que iba tirando al suelo. Lo mejor de todo, es que sólo picoteó las que llevaban comida adentro, a pesar de que la bolsa que las cubría no esra transparente.
ResponderEliminarYo sinceramente aprendí a evitarlos, ya que un día iba caminando de regreso a la casa, y había uno inmenso (de verás que son bien grandes, o bien alimentados, quien sabe) en una cerca justo encima de mi. Me resopló desde allá arriba "ah", así como tu dices, y yo haciendome el simpático le respondí igual, y me llevé tremendo susto, ya que aquello definitivamente no le gustó y casi que se dispuso a atacarme. Después de ese día, simplemente los evité.
La última anédota, casi que inverosímil por demás, fue un reportaje que también por esa época (2003-2004) pasaron en la televisión japonesa, de una señora que recogió un pichón de cuervo malherido, y decidió criarlo. El detalle era que la señora tenía tres perros (de estos chiquiticos y arrugaditos de la cara) y el cuervo, que no podía volar se crió con ellos, y jugaba con ellos, se movía de lomo en lomo de los perros, y, lo mejor, perseguía a los gatos junto con los perros y les ladraba.
Es sabido que los cuervos pueden imitar sonidos y voces, pero aquello me pareció alucinante: un cuervo que se creía perro....
... y que además, ladra!!!
ResponderEliminarHola Bara:
ResponderEliminarSí, es cierto, no creo que sean ideas exclusivas de Japón, pero parece que los cuervos tienen la habilidad de no dejarse engañar, al menos por mucho tiempo. Amaury comentaba que no sabía cómo adivinaron cuál era la bolsa que tenía comida porque era negra, pero tal vez sea por olfato(en realidad no tengo la menor idea). En cualquier caso he oido de que se pensaba que el amarillo o el azul eran colores que ellos repelían, pero a fin de cuentas parece que se dan cuenta con realativa rapidez. (En Japón también se ponen botellas de plástico llenas de agua para que los gatos no se orinen; no sé como funciona, pero pueden verse muchas entradas de las casas con hileras de botellas de agua pegadas a la pared o rodeando los canteros delante de la entrada).
Amaury:
está buenísimo eso del cuervo que ladra. Podría, casi como dices, tener un título de cuento clásico: "El cuervo que quería ser perro". Yo por suerte, a pesar de la cantidad de cuervos de Tokio, nunca me dieron mayores sustos.
Hace un rato leí que el 29 de enero fue aniversario de la publicación de Raven.
ResponderEliminar