sábado, 20 de febrero de 2010

Memoria pública y usos del pasado


Si en Reinscripciones del pasado. Nación destino y poscolonialismo en la historiografía de África Occidental Mario Rufer ya había diseccionado ejemplarmente la reescritura de la historia en la narrativas dahomeyanas, ahora, con La nación en escenas. Memoria pública y usos del pasado en contextos poscoloniales (El Colegio de México, 2010), nos ofrece un vigoroso análisis sobre las “producciones públicas de discurso sobre el pasado en la Sudafrica post-apartheid y en la Argentina post-dictatorial”, asumidas éstas no únicamente desde la perspectiva más estrictamente textual, sino desde un más amplio rango de sus producciones de pasado que incluye imágenes, monumentos, museos o conmemoraciones. Insistiendo en la consideración cardinal de que “toda referencia al pasado coloca al presente como punto de partida” (entendida, obviamente, desde la complejidad y particularidad con que es desglosada durante todo el texto) el ensayo aparece vertebrado sobre dos miras fundamentales: la posibilidad de leer las “gestiones del pasado” como formas de “producción de historia”, y de analizar de esas propias producciones de historia en tanto campo etnográfico como medio para “revelar tensiones sociopolíticas del presente”.

Poniendo aparte la introducción -de hecho, un capítulo más por su importantísima valoración de los avatares teóricos del tema y el devenir de sus implicaciones metodológicas(la diversidad y amplitud de las fuentes es, sencillamente, notoria)- se analizan aquí los procesos de conformación y desarrollo del Museo de Robben Island, en Ciudad del Cabo; del Museo del Apartheid, en Johannesburgo; del Monumento al Voortrekker sudafricano; y de los “espacios en la memoria” en Argentina; además de dos obras literarias: Propaganda by monuments an other stories, del sudafricano Ivan Vladislavic, y la novela El secreto y las voces, del argentino Carlos Gamerro. Más allá del hecho de que Mario Rufer es uno de los más importantes (y más jóvenes, por cierto) investigadores latinoamericanos en estudios de África, quiero apuntar dos detalles que pueden dar una pauta de la amplitud de la lectura: por un lado, que los alcances culturales que se establecen en La nación en escenas exceden sus contornos regionales, remitiéndonos, como mínimo -y con independencia de lo que nos concierne a todos los involucrados en los estudios sobre culturas no occidentales- a perspectivas interdisciplinarias de los estudios de cultura visual y de cultura material, estudios urbanos y del espacio o, incluso, estudios del turismo; por otro, que su problematización de los usos del pasado se enmarca también en uno de los más álgidos debates contemporáneos (en el que, creo, hemos participado todos): el controvertido tema de la recuperación de la memoria y su inserción en los espacios públicos; no habría más que pensar en lo que, al respecto, ha venido sucediendo recientemente con el caso español.

En el prólogo al libro, el reconocido especialista en estudios poscoloniales y subalternos Saurabh Dube, destaca la obra por su ambición teórica, su rigor metodológico y su abordaje de “cuestiones fundamentales para el mundo contemporáneo”, pero también por sus “fabricaciones espectaculares de nacionalidad” y sus “preguntas cruciales sobre las fuentes alternativas e historias heterodoxas”. La nación en escenas constituye, sin duda, y especialmente para la perspectiva latinoamericana, una nueva brecha no sólo en los estudios culturales de África, sino también en el de las sociedades no occidentales contemporáneas.

1 comentario:

  1. Cristóbal Andrés Jácome20 de mayo de 2010, 10:59

    Hola Emilio,
    Acabo de conocer a Mario y me habló de tu blog. Muchas felicidades, aprendo mucho del mismo.
    Abrazos,

    Cristóbal

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