En una escena de Dodesukaden どですかでん(Kurosawa Akira, 1970), el pordiosero le cuenta a su hijo cómo será (o deberá ser) la casa de sus sueños. Curiosamente, después de un discurso de corte nacionalista sobre la arquitectura tradicional japonesa, la residencia que el delirante personaje construye en su mente va resolviéndose según los cánones de la arquitectura occidental, para terminar en una evocación del movimiento metabolista. No he logrado advertir si hay ironía o elogio en tal referencia (habría que ver qué opinión le merecía a Kurosawa la nueva arquitectura), aunque, superficialmente, me inclinaría más por lo primero, de tomar en cuenta las difíciles condiciones de habitabilidad en que se desenvuelven los personajes, las cuales, evidentemente, no habrían de ser resueltas únicamente en función de un diseño arquitectónico. En este sentido, Kurosawa se aproxima a un Japón contemporáneo otro, que en poco tenía que ver con la imagen de país tecnológicamente pródigo y de futuro que se ofrecía a través de sus mayores centros urbanos, un paralelo que, quizás -y aparte del rechazo a lo atípico de Dosesukaden dentro de la filmografía de Kurosawa- también repercutiría en el fracaso de la cinta en un Japón poco proclive a admitir sus propias miserias o carencias.
No obstante, como contexto amplio de la duda, resulta interesante, por una parte, que Muraki Yoshirō, el director de arte por excelencia de Kurosawa, hubiera estudiado arquitectura; por otra, que fuera el propio año de 1970 cuando comenzaran a concretarse los proyectos metabolistas, especialmente en la conformación de los pabellones de la Expo Osaka 70 (conjuntamente con los Juegos Olímpicos de Tokio, en 1964, el otro parteaguas para la imagen internacional del Japón contemporáneo). Ello con independencia del admirado Habitat 67 que Moshe Safdie diseñara para la Expo 67 en Montreal (acaso un estímulo para la fuerte presencia metabolista en Osaka 70) y de que para 1968 Tange Kenzō ya hubiera concluido el edificio del diario Shizuoka Shinbun. De la arquitectura metabolista, el edificio más conocido es el Nakagin (1972), diseñado por el recientemente fallecido Kurokawa Kishō , y que probablemente sea desmantelado muy pronto. Un acento más en el controvertido tema de la desaparición de la arquitectura moderna japonesa dentro de las aceleradas transformaciones de Tokio desde comienzos del presente siglo.
La imagen que ilustra este post la he tomado de Dodesukaden y es la mansión que imagina el personaje de Kurosawa.
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