A veinticuatro años de su edición japonesa (Shinchosha 新潮社, 1985) Tusquets acaba de publicar en español la que es, a mi juicio, la mejor novela de Murakami Haruki 村上 春樹. La traducción literal del título en japonés, El fin del mundo y Hard Boiled Wonderland, mantendría en inglés una frase que, si bien en el original no aparece en ese idioma, sí en su transliteración al silabario katakana, de uso habitual para locuciones en lenguas occidentales (世界の終りとハードボイルド・ワンダーランド). Un título sin mayor problema de traducción para la edición en inglés de Kodansha International 講談社インターナショナル (1991) y que Alfred Birnbaum invirtiera, acertadamente, como Hard Boiled Wonderland and the end of the World. Curiosamente, para esta edición de Tusquets (2009), Lourdes Porta Fuentes, no sólo traduce el término Wonderland, sino que sustituye hard boiled por “despiadado”, quedando así un recargado El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas. El asunto es que, siguiendo la atmosfera y la trama de la novela, de ese hard boiled wonderland –uno de los dos mundos paralelos donde transcurre la historia y cuyo nombre no es explicado en la novela- el calificativo hard boiled estaría más asociado a una habitual alusión -desde fuera de la trama- a la novela negra, que a cualquier otro adjetivo (intercambiable, por cierto) para contrastar la crudeza de ese particular mundo maravilloso.
No pretendo polemizar sobre la traducción de títulos, pero ya Tusquets había publicado, del propio Murakami, y también traducida por Porta Fuentes, Crónica del pájaro de cuerda (o del pájaro mecánico, en todo caso, ねじまき鳥クロニクル) como Crónica del pájaro que da cuerda al mundo. Traducciones que, probablemente, intenten proporcionar una metáfora sobre el alcance conceptual de la novela, pero que poco tienen que ver con el ingenio de esa Otra vuelta de tuerca con la que José Bianco tradujera The turn of the screw, de James. (Por cierto, en el ámbito de la traducción española un capítulo muy aparte merece, no ya el generalizado uso de localismos, sino el particular desconocimiento de los traductores de la jerga del béisbol; hace ya tiempo -y de entre muchos ejemplos similares que, lamentablemente, dejé de anotar- leí en alguna novela de William Kennedy esta pequeña joya: “voy a bailar tap en la base de casa”, donde home aparecía convertido en el macarrónico e imposible “base de casa”)
No pretendo polemizar sobre la traducción de títulos, pero ya Tusquets había publicado, del propio Murakami, y también traducida por Porta Fuentes, Crónica del pájaro de cuerda (o del pájaro mecánico, en todo caso, ねじまき鳥クロニクル) como Crónica del pájaro que da cuerda al mundo. Traducciones que, probablemente, intenten proporcionar una metáfora sobre el alcance conceptual de la novela, pero que poco tienen que ver con el ingenio de esa Otra vuelta de tuerca con la que José Bianco tradujera The turn of the screw, de James. (Por cierto, en el ámbito de la traducción española un capítulo muy aparte merece, no ya el generalizado uso de localismos, sino el particular desconocimiento de los traductores de la jerga del béisbol; hace ya tiempo -y de entre muchos ejemplos similares que, lamentablemente, dejé de anotar- leí en alguna novela de William Kennedy esta pequeña joya: “voy a bailar tap en la base de casa”, donde home aparecía convertido en el macarrónico e imposible “base de casa”)
Hard Boiled Wonderland y el fin del mundo, es una obra maestra tanto del género policial como del de ciencia ficción, y acaso más del segundo que del primero, pues, a diferencia de lo que ha venido siendo aburridamente habitual cuando se mezclan los dos géneros (especialmente para el cine), no hay aquí un policiaco ambientado en un mundo fantástico o futurista, sino un conflicto que se resuelve desde la propia perspectiva de la ciencia ficción o, desde la propia fantasía. Creo que no sólo es la obra donde quedan más al desnudo los famosos mundos paralelos de Murakami, sino también la más ágil, la de mayor suspenso y acaso, también, la de mayor fábula. Un hombre escogido para un experimento por la coherencia de sus sueños podría ser capaz de vivir eternamente, pero sólo dentro del claustro levantado por su propio mundo onírico, donde ha perdido toda memoria; desconoce por qué le persiguen en el mundo real (hard boiled wonderland) e intenta, en el mundo de los sueños (el fin del mundo) reunirse con su sombra, de la que ha sido despojado, y sin la cual le es imposible escapar.
Terminé de leer Hard Boiled Wonderland y el fin del mundo en un café de chinos frente a una de las entradas principales de la estación de Ikebukuro, hará unos diez años. Eran casi las doce y media de la noche y los trenes que iban a mi estación ya no circulaban. Podía caminar hasta mi casa, pues era cerca, pero tan deseoso estaba yo de mi lectura y tan fría era la noche, que decidí arrumbarme en una de las sillas del local, donde me tomé un par de tazas de café cargado y seguí leyendo hasta después de amanecer.
A pesar de lo dicho arriba de Hard Boiled Wonderland y el fin del mundo, no soy, en realidad, un admirador de Murakami, al menos, de la mayor parte de su narrativa. Llevo tiempo sin indagar sobre su obra, y espero que si alguna vez le dan el Nobel, mi profesor de literatura japonesa, Guillermo Quartucci, no se encuentre de viaje. Cuando le dieron el Nobel en 1994 a Ōe Kenzaburō 大江 健三郎, Guillermo andaba de sabático en Japón y tuve que hacerme cargo de casi toda la prensa. Aunque me imagino que, a estas alturas, de Murakami ya habrá más “especialistas” que los que alguna vez pudiera llegar a tener Ōe.
Emilio.
ResponderEliminarNo lo puedo asegurar, pero estoy casi convencido (vaya contradicción la mía aquí), que el problema que mencionas con la traducción de los títulos se debe a que no son traducciones que se hacen al español del japonés, sino de versiones al inglés a su vez traducidas del japones. Es decir, que son traducciones de traducciones, y que no toman para nada los referentes de la lengua original.
Esto es algo extremadamente común en el mundo editorial hispanoamericano, donde prácticamente no se hacen traducciones directas del japonés.
El 95% de lo que se publica en español de literatura japonesa se traduce del inglés y del francés lamentablemente.
De ahí todos estos problemas que mencionas en tu post con los títulos y con muchas otras cosas más.
Sí, eso fue lo que pensé en un inicio, pero al parecer Lourdes Porta Fuentes es traductora de japonés, por lo menos también aparece como autora de un manual de japonés para hispanohablantes. En cualquier caso, es cierto lo que dices acerca de que muchas de las traducciones en español de literatura japonesa han sido tomadas de sus versiones en inglés.
ResponderEliminarPor cierto, estando yo en Japón, Tusquets me propuso traducir "Crónica del pájaro de cuerda", y yo, en medio de la tesis de doctorado no me arriesgue a asumir tal empresa; luego, insistieron y acepté, pero desde ese momento ya nunca más se comunicaron conmigo. Lo que me llamó la atención es que aquella ocasión ya se referían a la novela utilizando el título con el que saldría posteriormente.
Otro asunto, pero este ya no únicamente para el japonés, sino en general, son los localismos españoles en las traducciones, que a veces llegan hasta mover a risa; por ejemplo, cuando en boca de alguno de los duros personajes de Chandler aparece una frase como "tío, esto es la ostia", y así.
La anécdota de cuando y como terminaste el libro me ha recordado otra novela de Murakami, "After Dark".
ResponderEliminarSe me fue el comentario anterior sin decir que a "After Dark" si le dejaron el título en inglés, aunque este no estaba nada complicado traducirlo.
ResponderEliminarFíjate que todavía no he leido "After Dark"; a ver si ahora tengo chance y la leo. Quien sabe por qué ahí sí le dejaron el título en inglés.
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